¿Y si los cuentos son lo peor que le ha pasado al amor?

Esta historia es una mierda, ni siquiera creo que sea una historia. Chico conoce chica, chica conoce balón…y chico, pasan algunas cosas, diez años y se casan. Y comieron perdices viviendo felices. Eso que se llama una historia de amor, vulgar. Bueno lo sería si fuera un cuento más. ¿Que pasaria si no dejásemos que nos contaran los cuentos? ¿Y Si los cuentos son lo peor que le podría haber pasado al amor?

Los cuentos de hadas surgen de la necesidad de enseñar los peligros que esconden las conductas moralmente peligrosas hace cinco puñeteros siglos, cuando te morías de sífilis, de peste o de una cagalera de cien días, así que se usaban las estructuras narrativas clásicas de la tradición oral de manera aleccionarte siguiendo el siguiente patrón. Héroe o heroína vive una situación desfavorecedora bien por el destino o bien por algún pecado cometido por el/ella (o su familia) y tras enfrentarse y vencer diferentes problemas que prueban su valor es recompensado con la felicidad que se traducía en fortuna y un cónyuge que perpetuase el nombre familiar.

Que oye para un mil seiscientos es una forma muy efectiva de difundir valores. Pero eso, en 1600.

¿Por qué la historia siempre termina en esa fiesta epitome de la felicidad?
Pero queridas…¿Y si la verdadera historia del amor ni comenzase ni terminase ahí? Porque en la edad media el fin era el matrimonio, se morían con cuarenta años y no tenían Netflix. Ahora las princesas no tiene que esperar encerradas o dormidas.

De hecho ni las princesas son princesas, porque se dieron cuenta que la bruja o la madrastra podían ser ellas si un día se les ocurría desafiar a la gravedad y volar más allá del palacio de los techos de cristal. Y que en vez de sentadas preferían ponerse botas, recorrer el mundo, comerse algún lobo y poder equivocarse sin miedo a los hechizos de amor perpetuo.

¿Y si los príncipes no tuviesen que medir su valía con la sangre de dragones negros en peligro de extinción, si no tuviesen que que podar bosques de zarzas gigantes en una apología de la desforestación muy poco sutil, ni recorrer el reino buscando un pie en un plot twist un tanto fetichista?

Hemos aprendido que el amor nada tiene que ver con aquello que nos contaron y menos mal. Porque imaginaros abrir los ojos de un siestorro de cien años, con lo que tiene que olernos la boca y que un pavo te esté besando, con ganas. No nos engañemos un señor que te come los morros sin conocerte y que además se enamora de ti y tu aliento de muerta resucitada …pues llamadme suspicaz…quizás no sea la mejor opción.

Quizás es mejor que aldeano y aldeana se conozcan en las fiestas por el enlace de los príncipes aburridos, y que de noche bien borrachos se tumben bajo las estrellas y ni siquiera se besen porque se han reído tanto que no han tenido ni tiempo de acordarse que de repente se gustan un poco.
Y, posiblemente, sea más divertido saber que un día diez años más tarde se despiertan, ahora sí, entre besos, y ven que sin querer ya tienen parte de su historia construida. Y deciden casarse, así a lo loco. Y lo hacen, se me ocurre, no por el boato ni el oropel sino por las ganas de celebrar con los suyos y porque es más práctico ser pareja oficial por si uno se muere, por eso de ser copropietarios de relación, los papeles lo hacen todo más fácil…

Pero que me desvío, que al final el amor se trata de celebrar. De celebrar que tienes otra fruta entera a tu lado para hacer una macedonia y por su puesto porque no hay nada mejor en este planeta que saber que tienes gente que te quiere y quiere emborracharse contigo porque son todavía más felices que tú precisamente porque tú eres feliz. Si compartimos las penas es más que justo celebrar la alegría de que estamos vivos y nos tenemos. Que queremos reírnos y seguir bailando y como en las fiestas cuanta más gente baila mejor. Que las bodas no son ni ni el principio, ni el final de nada. Si acaso el del capitulo 4 o 5.

Ya te he dicho que esta historia es una mierda que posiblemente no sea ni una historia, llamésmole brindis nupcial, porque el amor no es como nos contaron, afortunadamente, que la confianza no sea fe, que el día a día no sea rutina y te deseo que tu felicidad se mida en carcajadas Iria. En esta historia tu eres la protagonista que no te cuenten cuentos y siempre, siempre…elige tu propia aventura.

Hace años que voy a un taller de escritura que es la excusa perfecta por la que volví a escribir. Mi profesora Itziar Sistiaga nos manda un sin fin de ejercicios locos, que más que enseñarnos a escribir nos obliga a ello, luego ya nosotros aprendemos de los errores. A caminar se aprende andando, a cocinar cocinando y a escribir… Escribiendo (y leyendo). La pasada semana los deberes para casa fueron un poco diferentes, una de mis compis de taller nos anunció que se casa y se nos invitó a que le escribiéramos algo en forma de regalo y me hubiese gustado escribirle un cuenro, pero a veces las cosas no salen como planeamos. Y en este caso la casamentera se denomina antiromántica, odia las ñoñerias y los estupidos nombres entre enamorados edulcorados. Y sin embargo sospecho que ella sabe más de lo que es amarse sin la necesidad de hadas madrinas que le den brillo innecesario. Así que le hice un brindis de bodas y está mal que yo lo diga, pero a veces pones el punto final y sabes, algo te dice, que hoy has hecho un bonito trabajo, porque cuando quieres que se lleven algo tuyo lo haces con todo tu amor… Pues mola que te salga de dentro. Iria muchas felicidades, baila, goza y besa. Y que viva el puto amor, joder.